jeudi 28 octobre 2010

La vida escrita

Caminante de días y noches.
Su sufrimiento danza en secreto
entre jardines de cemento. Cada día,
nuevo episodio, en los que ve sonrisas
y miradas de odio. Aquellos lobos,
escupiendo palabras, viniendo de sus
malas lenguas rozaban sus tímpanos,
mientras los desgastaban. Después
de un tiempo le llamaban pirómano,
nada mas con su habla o con lo que
escribían sus manos podía arder
corazones impuros e insanos.

Para él corazones llenos de amor
es una riqueza, al ver que poco a poco,
de esta se aleja. Su sombra, sola y vacía,
su mente enfermiza, al pensar que sufre
castigo sin ser culpable, condenado
a que su ser al final se apague.

Cuando los años navegaron y surcaron
ya bastante tiempo en su vida, una avalancha
de emociones su ser rocía, una sonrisa
inmensa viste su rostro, pero esta rápido
se marchita al ver que es la muerte que
se las quiere arrebatar, asi hacia en sus
brazos poderle incitar. De pronto, su voz
impulsa versos con fugaz rapidez, por temor
a que se pudran en su interior y que ni siquiera
en folios los pueda ver.

Entre un grito exorbitante se dictaron
unos afónicos versos; "¿Con que derecho
la muerte pudo elegir mi suerte?...
¿Ahora es cuando siento que el oxigeno me
abandona?, y cuando mis ojos se cierran
por la eternidad, ¿verdad?..." su entorno
devorado por el silencio, el cielo llora
y su alma coje su marcha despidiéndose
de su cuerpo con una dulce y triste mirada.

Evasión lírica

Ángel y demonio, por su pureza
y su poder de desafío con el miedo.
Estando entre la tierra y el cielo,
sin esconder sus sentimientos
tras un velo. Fuerte y sincero, sin temor
a la muerte, ni lo que detrás esconde.
Chico problemático a causa de su inconformismo,
de su voz alocada y de su saliva que escupe
versos infinitos, cuales se dictan solos al oído.

Poeta del asfalto, observa la inmensidad
desde lo alto, en la cima de edificios,
escapando del encierre de su cuarto.
Perro callejero, cual arrastra sus decepciones
por los suelos, alzando miradas al cielo,
devorado por la noche y su frío
color negro. Manos que intentan rozar
el infinito y palabras que intentan describir
bellezas que aun no se han descrito.

La tinta de sus ojos llenan cuadernos
de ilusiones, sueños y mentiras que algún
día dejaran de serlo. Creador y su entorno
sin saberlo. Batallas contra la inspiración
conforme su corazón se vacía.
Escritor de la monotonía, entre calles,
dejando atrás lo que fue en su día.

Al filo de los años, se encontraron folios
tirados en frío asfalto, en los cuales ponía:
"No tuve lo que quise, pero ahí siempre
estuve, manteniendo a raya mis inquietudes.
En donde el frío incitaba mi renuncia,
alimentándome nada mas de versos día a día.
Siempre supe que mi ser pronto se apagaría.
Pero por siempre seré el eco de aquellos llantos
que oigáis en esta cruda e inmensa cuidad.

El último escritor

Entre vientos helados y el mar
que todo devora a su paso.
El mundo entristecido se desploma.
Ahora el fin frecuentemente se asoma.
Voces que dictan su propio abandono,
donde mueren almas y amores de otoño.

Aquel hombre hizo de la escritura
su salvación y no su intento suicida,
sin aceptar renuncia.
Dedico sus últimos instantes al papel,
sabiendo que en él, ni el olvido podría
hacer sus palabras desaparecer.
Flechazos en el corazón, en forma de
una letra, surcando entre líneas rectas.

En el cielo vuelan llantos, las sonrisas
se evaporan. Él, posee un alma de ángel,
escribe al costado de la muerte, la misma
que siente su odio y la vergüenza que se
engrandece por estar ante el único
y último hombre.

Desconocido siempre fue
lo que escribía en sus párrafos,
hasta que empezó a temblar su bolígrafo.
Su mano aflojó su cuaderno, hasta dejarlo caer.
Esa caída, acompañaba la de su vida también.
Dejando sus últimos versos al desvelo en suelo
húmedo, en los cuales ponía "Muerte, ganaste,
siempre supe que eras también , el castigo y
el desprecio. Te llevaste mi alma, pero nunca
podrás arrebatarme mis versos".

Un camino entre millas

Autor y dueño de su propio camino,
en el cual aparecen, penas, traiciones,
cruzando recorridos prohibidos.
Flor que marchita, como ahora es su vida.
Furias que buscan venganza por sonrisas fingidas
y lágrimas perdidas.

Vícitma de la estricta velocidad del tic tac,
Fugaces son siempre sus recuerdos,
pero igual de lentos sus días. Su felicidad
intenta trepar y trepar, llegar a un
punto en el que nada ni nadie
males le pueda causar.

Cuando sus propios sueños
son sus enemigos, al ver que los intentos,
casi todos fueron fallidos.
Vencido y sin aliento, las mismísimas
tormentas abrieron su silencio,
al ver que aquel hombre fue destruido
por esas miradas de desprecio.

Gigantes y afónicos fueron sus llantos,
en los cuales siempre retumbaba
la palabra "Infinito".
Días en donde la oscuridad,
devora el cielo, los astros se esconden
tras un velo. Vivencias le agarran,
impidiendo su huida, pero cuando la muerte
viene a su busca, la vida envidia.

La vida, un camino entre millas,
El final, siempre nuestro destino.
Siempre deseando cruzar el infinito,
Siendo tal vez un sueño, pero nunca un delito.